La intervención del hombre sobre el ambiente en que nos movemos y existimos es casi inevitable. Esto ha creado una gran contradicción cuando, el individuo, en la búsqueda de una mejor calidad de vida, LA degrada por el deterioro del ambiente. La superpoblación, el consumismo, el desarrollo industrial y científico generan un aumento de la contaminación y de los desperdicios, aunado a la falta de conciencia de la mayoría de las personas acerca de los efectos que ellos mismos producen en el entorno. Ttenemos una aparente mejor calidad de vida, sin embargo, no se ha dudado en sacrificar el ambiente, influyendo paulatinamente en su deterioro, a expensas de conseguir el ansiado progreso. Las sociedades actuales son cada vez más dependientes de los avances científicos y tecnológicos, los cuales, muchas veces pasando por encima de los principios naturales y ambientales, le dan mayor importancia al bienestar personal y a la comodidad, que a los efectos colaterales que esto pueda causar al mismo ser humano, a los demás seres vivos y al planeta en todos sus ámbitos. Pareciera que, más allá de obtener los recursos que necesita para satisfacer sus necesidades, el ser humano estuviese enfocado solo en proporcionarse comodidades y facilidades para su quehacer diario.
Todo esto nos lleva a algunas interrogantes: ¿En qué consiste la calidad de vida?, ¿Existe la calidad de vida? ¿Posee el mundo moderno calidad de vida? ¿Qué importancia tienen los modelos de desarrollo en esta calidad de vida?, ¿Han proporcionado los modelos de desarrollo actuales una mejor calidad de vida a los individuos y a las colectividades en su conjunto?, y más aún, ¿Esta el planeta en equilibrio para brindar calidad de vida?
A la luz de lo que vemos a nuestro alrededor, aparentemente los modelos de desarrollo que hemos utilizado no parecen brindar soluciones a los problemas personales, sociales y laborales que afrontamos en nuestras vidas. Esto obliga a reconsiderar la visión que actualmente se tiene sobre el desarrollo y el papel que el aspecto ambiental juega a la hora de implementarlo. Introducir el componente ambiental en la búsqueda y evaluación de los modelos de desarrollo económico, social, tecnológico o político significa darle al ambiente el peso que merece, y supone optar por un nuevo concepto de calidad de vida, que trascienda la visión cuantitativa, acumulativa o economicista que se suele aplicar a dicho concepto.
Se requiere entonces un cambio de paradigma en la manera cómo llevamos a cabo el desarrollo y, en este sentido, la Bioética tiene un papel esencial que jugar: proporcionar orientaciones que permitan a las sociedades y a los individuos establecer reglas desde el punto de vista ético para asegurar la supervivencia del ser humano, así como de los demás seres vivos que comparten con nosotros este planeta, manteniendo en la medida de lo posible los avances logrados. Lo contrario sería negar los beneficios de los avances que el pensamiento y el trabajo humano han producido para nuestra calidad de vida, y pretender volver a vivir como los antiguos pobladores de nuestro planeta, con todos los problemas que esto conlleva.